Desde su creación a fines de los años 60, el Símbolo Internacional de Accesibilidad ha sufrido diversas transformaciones, no solo en su diseño, sino también en el enfoque que lo sustenta. Lo que comenzó como un ícono funcional, diseñado para señalizar espacios adaptados para personas con movilidad reducida, se ha ido resignificando con el paso del tiempo, en línea con los avances en materia de derechos humanos, inclusión y accesibilidad universal.
El primer símbolo reconocido internacionalmente fue desarrollado en 1968 por la diseñadora danesa Susanne Koefoed y aprobado por el Comité de Rehabilitación Internacional. La imagen de una figura blanca en silla de ruedas sobre fondo azul fue pensada para identificar espacios accesibles. Su objetivo era puramente práctico: brindar una señal clara y uniforme en todo el mundo.
Durante décadas, este ícono fue el más ampliamente utilizado en instituciones públicas y privadas, en señalética urbana, baños, estacionamientos y servicios. Sin embargo, con el tiempo, comenzaron a surgir críticas por su carácter limitante y estigmatizante, ya que asociaba exclusivamente la discapacidad con el uso de silla de ruedas, invisibilizando otras realidades.

En 2010, un grupo de activistas y diseñadores liderados por Sara Hendren y Brian Glenney propuso el «Accessible Icon Project», una iniciativa que presentó una versión alternativa y más dinámica del símbolo: la figura humana se inclinaba hacia adelante, con brazos en movimiento, sugiriendo autonomía, acción y protagonismo. Esta variante fue adoptada progresivamente en espacios públicos de ciudades como Nueva York y Boston, así como por universidades, museos y organismos de derechos humanos.
Luego, en 2015, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) introdujo un nuevo ícono con un enfoque todavía más amplio. La figura en esta versión aparece de pie, con los brazos extendidos hacia los lados, sin silla de ruedas ni elementos que aludan exclusivamente a una discapacidad física. Este diseño busca representar la accesibilidad universal, entendida como un derecho que va más allá de lo motriz e incluye lo sensorial, cognitivo, psicosocial y ambiental.
¿Qué comunica el nuevo símbolo?
La evolución del ícono es mucho más que una cuestión gráfica: refleja un cambio profundo de paradigma. El diseño actual promueve una mirada centrada en la persona, que destaca la diversidad funcional y reconoce que las barreras muchas veces no están en los cuerpos, sino en el entorno físico, social y cultural.
El símbolo moderno transmite:
- Participación plena y activa, a través de una figura en actitud abierta.
- Inclusión integral, abarcando todas las formas de discapacidad.
- Autonomía y derechos, en lugar de dependencia y asistencialismo.
- Accesibilidad universal, no solo en infraestructura, sino también en la comunicación, la educación, la tecnología y el empleo.
Aunque el nuevo símbolo no ha reemplazado de manera oficial al anterior en todos los países, su uso se ha extendido en distintos contextos. Estados Unidos, Canadá, España, el Reino Unido y varias ciudades de América Latina han comenzado a incorporarlo en edificios públicos, manuales institucionales y campañas de concientización.

En Argentina, su presencia aún es incipiente, pero algunas organizaciones civiles, universidades y colectivos vinculados a la discapacidad lo promueven como herramienta educativa y cultural. La Agencia Nacional de Discapacidad, por su parte, ha comenzado a utilizarlo en piezas gráficas de sensibilización.
La historia del símbolo de accesibilidad es también la historia de una sociedad que avanza en su manera de entender la discapacidad. De un modelo médico-asistencial, centrado en la limitación, se ha pasado progresivamente a un modelo social y de derechos, que reconoce a las personas con discapacidad como sujetos plenos, activos y capaces.
Cambiar el símbolo es una forma de cambiar el mensaje: la accesibilidad no es un favor, es un derecho. Y el diseño también comunica valores. Por eso, esta evolución gráfica invita a instituciones, gobiernos y comunidades a seguir construyendo entornos más justos, accesibles y humanos para todos.
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