Los científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de Madrid (CNIO de España) junto a sus pares del Weill Cornell Medical College y del Memorial Sloan Kettering Cancer Center de los Estados Unidos se basaron en la teoría de hace 126 años de Stephen Paget sobre el «sustrato» y la «semilla» en la cual el tumor original envía «una avanzada» a distintos puntos del cuerpo que lo aloja para expandirse.
La información genética en cada exosoma es tan detallada que funciona como una etiqueta con la que el tumor primario le dice a qué órganos debe ir. «Según el tipo de tumor, unos -como el melanoma- metastatizan en muchos órganos, y otros, como el de mama, primordialmente van al cerebro, al pulmón o al hueso», explicó Héctor Peinado, coautor del estudio y jefe del Grupo de Microambiente y Metástasis del CNIO.
El científico español anunció que durante el estudio se observó que «bloqueando las integrinas específicas en tumores que metastatizan a órganos concretos, la metástasis se reduce», por ejemplo, en el caso del cáncer de mama cuando se expande al pulmón o el cáncer de páncreas hacia el hígado.
«Aunque la metástasis no se pueda curar, sí podría ser controlada y evitar su desarrollo. Ése es el objetivo», reveló Peinado sobre la experiencia realizada en ratones.