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Las cuchas instaladas en distintos puntos de la ciudad, que el año pasado generaron un debate sobre el uso del espacio público, no serán retiradas pero se recomienda optar por la adopción responsable.
El proyecto comunitario Perritos Callejeros que actualmente ya tiene 40 cuchas, es una iniciativa de vecinos dispuestos a mejorar la calidad de vida de los perros que viven en la calle. Su ámbito de acción es la zona céntrica de nuestra ciudad, pero en los escasos dos meses que lleva la propuesta, fue tan grande la repercusión que ya están atendiendo pedidos de cuchas en barrios aledaños.
«La idea no es llenar de cuchas la ciudad, lo ideal sería que no hubiera ninguna», afirma Jesica Di Biase, quien creó el grupo en la red social Facebook y se encarga de atender los pedidos. «El objetivo es mejorar la situación de los perros que ya están en situación de calle hasta que consigan una familia. Mientras tanto, nosotros les aseguramos resguardo, alimento, agua y cariño, para que no sigan sufriendo de frío o hambre», explica.
El problema es que hay una ordenanza que prohibe la instalación de estructuras en la vía pública, y que las cuchas corrían riesgo de ser confiscadas. «Nos sorprendió porque nosotros queremos lo mismo que ellos: que no haya perros en la calle. Pero mientras tanto ellos están ahí, con frío, con lluvia, con hambre. En definitiva, estamos cumpliendo una función que le corresponde al municipio», explicó la directora de Bromatología, la bioquímica Lucía Gardey.
En este sentido, Gardey aseguró que las cuchas “quedaron instaladas, no se sumaron más pero pedimos a la gente que adopte a una mascota si se encariña con él. La ley de adopción implica que cada persona que tenga una mascota, lo debe tener de manera responsables con un control sanitario adecuado y buena alimentación”.
