¿El monstruo del LagoNess?

04/06/2019

Científicos hallaron al reptil marino “más grande de su familia en el mundo” en la Base Marambio.

La Agencia CTyS-UNLaM – El paleontólogo José O´Gorman del Museo de La Plata y del CONICET aseguró a la Agencia CTyS-UNLaM que “se extrajo un ejemplar muy importante en la Isla Marambio”, ya que se trata del “elasmosáurido más grande del mundo”.

El reptil, es un ejemplar de 11 metros de largo y un peso estimado en 12 toneladas fue hallado en la formación sedimentaria López de Bertodano, ubicada en la Isla Marambio, al este de la Península Antártica, en el marco de las campañas de verano que el IAA realiza año a año desde hace décadas. Las primeras muestras de su estructura ósea fueron recuperadas en 1989 y se terminó de completar buena parte de su esqueleto en 2017.

“Pertenece a un aristonectino, un género que se diferencia del resto de los elasmosáuridos por las características de su cuello”, destaca José Patricio O’Gorman, investigador adjunto del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata y primer autor del trabajo. “Mientras que estos últimos presentaban cuellos muy largos, finos y flexibles con hasta 72 vértebras que terminaban en pequeños cráneos, los aristonectinos como el que encontramos lo tenían más corto y ancho, con una cabeza más grande”, describió.

Según el investigador, esa característica morfológica estaba emparentada con la adaptación que fueron haciendo estos animales hacia nuevas formas de obtener su alimento, acordes a su dimensión corporal.

“El cuello alargado de los elasmosáuridos les permitía alejar el punto de captura, es decir separar la cabeza del resto del cuerpo de manera que sus presas no detectaran su cercanía. Los aristonectinos no tenían esa ventaja. Lo que uno supone es que éstos no cazaban presas individuales sino que desarrollaron un método como el que millones de años después comenzaron a utilizar las ballenas: abriendo la boca y acaparando en gran cantidad. El cuello ancho les garantizaba la suficiente rigidez para contrarrestar la resistencia del agua en el momento de la apertura de las mandíbulas y se valían de una gran hilera de dientes que en el resto de los elasmosáuridos no están”, comentó.

El ejemplar fue encontrado en el límite Cretácico-Paleógeno, a menos de 2 metros y medio. “Esa medida, puesta en relación con las tasas de sedimentación, refiere a unas pocas decenas de miles de años antes de la extinción masiva, lo que en tiempos geológicos es un lapso realmente corto”, destacó el investigador.