Investigadores del CONICET trabajan en el desarrollo de vacunas y kits de diagnóstico de esta infección que afecta tanto a animales de rodeo como a humanos.
Un equipo de científicos del Instituto, realiza investigación básica con el fin de entender los mecanismos moleculares por los cuáles las bacterias del género Brucella viven dentro de las células del sistema inmune del hospedador para, utilizando esa información, diseñar nuevas vacunas y sistemas diagnósticos. Con estos conocimientos lograron desarrollar un paquete tecnológico que consiste en una nueva vacuna llamada Delta-pgm, complementaria a la que hoy se aplica en bovinos, y un sistema de diagnóstico más sencillo que el actual para detectar la enfermedad.
El equipo precedido por Juan Esteban Ugalde, investigador independiente del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas, desarrolló una vacuna para adultos con una cepa atenuada, es decir, que perdió su capacidad patogénica. Esta serviría para hacer una revacunación anual sin interferir en el diagnóstico.
La brucelosis es una enfermedad causada por bacterias del género Brucella. Se trata de una zoonosis, es decir una infección que se transmite al ser humano por tener contacto con animales infectados, en este caso vacas, cerdos, cabras, ovejas o perros. Esta enfermedad tiene un doble impacto: en la economía agropecuaria porque afecta el rendimiento de los rodeos debido a los abortos que induce, y en la salud humana, sobre todo en el grupo de gente que está en contacto con el reservorio animal –veterinarios y trabajadores rurales- o por el consumo de productos lácteos no pasteurizados. Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, se estima que esta enfermedad afecta a nivel mundial, a unas 500 mil personas al año.
Dentro del género Brucella hay diferentes tipos de especies que infectan a distintos animales con un mayor o menor potencial zoonótico. Algunas son B. melitensis, B. abortus, B. suis y B. canis que infectan cabras, vacas, cerdos y perros, respectivamente. Si bien en el humano no es una enfermedad mortal, si no se trata a tiempo con antibióticos la bacteria se establece en forma crónica.
“Inicialmente los síntomas en humanos son fiebre ondulante con dolor articular, como una gripe, por eso la mayor cantidad de casos pasa desapercibida. Las secuelas ocurren mucho tiempo después de la primera infección y, en general, se trata de manifestaciones focales que se evidencian en infecciones supurativas de diferentes órganos o sistemas como el osteoarticular, el cardiovascular y el nervioso central”, explicó el investigador.
“Lo más común es que el humano se contagie por estar en contacto con abortos de los animales, porque los fetos liberan enormes cantidades de Brucellas que ingresan por mucosas o en su defecto, por consumo de leche. El microorganismo no vive en el músculo sino en el sistema inmune del huésped, por eso no hay contaminación de la carne”, afirmó Ugalde.