Tanto habían avanzado las negociaciones que ya estaban escritas las listas de candidatos a legisladores provinciales y hasta buena parte de las nóminas de concejales.
Faltaban detalles, aunque no menores; algunos nombres y el orden de los candidatos a diputados nacionales, por caso, pero incluso en esa categoría había avances y las dudas se resolverían en una reunión de la que iban a participar personal y únicamente Daniel Scioli, Sergio Massa y Francisco De Narváez. Sin embargo, la bomba política más poderosa en mucho tiempo que se había diseñado bajo las órdenes de esos tres dirigentes, no llegó a estallar.
Las negociaciones se empantanaron por la tarde y anoche todo había vuelto a foja cero, voceros del Gobernador salían a decir que Scioli «sigue en oficialismo y no se irá a ningún lado» y Massa y De Narváez volvieron a concentrarse en el armado de sus respectivas listas.
Culminaba así la jornada en que Scioli, en su historia de ríspida relación con el kirchnerismo, estuvo más cerca de romper con la Casa Rosada.
Pero no rompió. Fuentes del massismo y del denarvaísmo coincidieron en afirmar, tajantamente, que fue el Gobernador quien le puso fin a la negociación iniciada días antes para reunir a los tres dirigentes en un mismo armado electoral que enfrentara a las listas de la Casa Rosada, con el intendente de Tigre al frente de la nómina de candidatos a diputados nacionales.
Esa jugada, que estuvo a punto de concretarse, hubiera implicado, claro está, varias «novedades» de peso y hubiera configurado drásticos cambios en el tablero político. Habría significado la ruptura de Scioli con el kirchnerismo y la construcción de un frente electoral que le podría infligir una dura derrota al oficialismo en la provincia de Buenos Aires.
SEÑALES DEL DESACUERDO
Pero, en medio de un hermético silencio de los protagonistas y sus operadores, las señales al cierre de esta edición en el sentido de que esa jugada se había frustrado eran pocas pero nítidas.
Voceros de Scioli, luego de dos días de silencio, salieron a decir que el Gobernador «se quedará en el Frente para la Victoria», y culminaban con un «no nos iremos a ningún lado».
Y en los bunkers de Massa y De Narváez se admitía, como se dijo, que se había «cortado» la negociación «por decisión de Scioli», y había señales de que se concentraban en el armado de sus respectivos esquemas electorales.
Desde media tarde, por lo demás, se sucedieron versiones encontradas sobre si los operadores de Scioli estaban ya negociando con la Casa Rosada la participación de representantes del Gobernador en las listas de candidatos del FpV.
Mientras algunas fuentes aseguraban que el jefe de Gabinete provincial, Alberto Pérez, ingresó al anochecer a la Casa Rosada para reunirse con el secretario legal y técnico de la Presidencia, Carlos Zannini, para negociar, justamente, las listas de candidatos, otros afirmaban que incluso se había concretado, en Olivos, una reunión entre la presidenta Cristina Kirchner, y el Gobernador.
«SE QUEDA EN EL OFICIALISMO»
Tras una ola de trascendidos en ese sentido, voceros del sciolismo salieron anoche a decir, junto con la advertencia de que el Gobernador no se moverá del oficialismo, que no había conversaciones iniciadas con la Casa Rosada por el armado de las listas.
No obstante, algunos observadores señalaban que esa negociación se había iniciado y que el «mensaje» del sciolismo apuntaba a contrarrestar la lectura de que el sector había abandonado la búsqueda del acuerdo con Massa y De Narváez porque habían recibido un llamado del Gobierno para ofrecerles lugares en las listas.
EL ARMADO DE MASSA
Así las cosas, Massa anunciará esta tarde en Tigre las listas de candidatos de su flamante espacio electoral, el Frente Renovador.
Todo indicaba, al cierre de esta edición, que el propio tigrense encabezará la nómina de diputados nacionales, aunque algunas fuentes del sector afirmaban que no estaba dicha la última palabra y que se evaluaba ya entrada esta madrugada la posibilidad de que esa nómina sea liderada al final por el intendente de Almirante Brown, Darío Giustozzi, secundado por la esposa de Massa, Malena Galmarini.
La idea del sector es incorporar también extrapartidarios y, en particular, deportistas. En ese sentido, Massa había pensado en la «leona» Luciana Aymar, pero ella dijo que no aceptó, según comunicó a través de las redes sociales, y en las últimas horas circulaba el nombre de «Magui» Aicega.
El intendente de Tigre, de 41 años recién cumplidos, fue alentado a presentarse como candidato por diversos sectores internos del peronismo e incluso hasta hace pocos días el kirchnerismo le envió señales para que se mantuviera dentro del Frente para la Victoria. Es que las encuestas le otorgan una elevada intención de voto porque trasciende la caracterización de oficialista u opositor.
Massa saltó a la primera plana de la política desde la ANSES, donde fue designado por Eduardo Duhalde en 2002 y continuó hasta 2007, ya con cuatro años de Néstor Kirchner en la primera magistratura. Antes, había militado en la Ucedé y luego en el PJ de San Martín, el partido del oeste del Conurbano en el que se crió. Sus estudios avanzados los cursó en la Universidad de Belgrano. En 2007, ganó la elección municipal en Tigre por escaso margen al partido vecinalista que había quedado huérfano de su líder natural, el histórico intendente local Ricardo Ubieto. A partir de ese momento, construyó una imagen pública vinculada a la gestión, especialmente a la eficacia en materia de seguridad, una de las principales demandas de las poblaciones urbanas. Por eso en julio de 2008 lo convocó la presidenta Cristina Fernández para hacerse cargo de la Jefatura de Gabinete en medio de la crisis del campo. En ese puesto, Massa duró un año y no mantuvo una buena relación con Kirchner. Luego se difundieron cables reservados de la embajada de Estados Unidos en los que lo criticaba duramente, en medio del escándalo de Wikileaks. Massa regresó entonces a la gestión municipal de Tigre, a la que en rigor siguió controlando políticamente durante su ausencia.