El Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires y la Federación Argentina de Graduados en Nutrición (FAGRAN), manifestaron su desacuerdo con la decisión tomada por la Cámara de Diputados de la Nación de no incluir en la reforma tributaria el aumento del impuesto a las bebidas azucaradas.
Mientras se redactó a contrareloj la letra chica de la reforma tributaria, en el Gobierno finalmente le puso un impuesto ya aprobado de un 12% a las bebidas azucaradas y no del 17%, tal como estaba previsto en el primer borrador presentado por el ministro de Economía, Nicolás Dujovne.
El secretario de Política Económica, Sebastián Galiani explicó que el gravamen del 17% a las bebidas azucaradas tiene como motivación una cuestión estrictamente vinculada a la salud, siguiendo recomendaciones de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)
En este sentido, desde la FAGRAN afirmaron que trabajan “en pos de defender el derecho humano a la alimentación, por lo tanto vemos con preocupación que se han antepuesto los intereses económicos de las grandes corporaciones en detrimento de la Salud de la Población Argentina”.
“El conocimiento acerca de la realidad alimentaria y nutricional de nuestro país y el compromiso profesional nos permiten pronunciarnos al respecto” y solicitan que “se vuelva a reflexionar sobre esta postura y se considere la sugerencia de volver a tratar un proyecto de ley que incluya el impuesto a las bebidas azucaradas”.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sobrepeso y la obesidad, tanto en adultos como en niños, constituyen algunos de los principales problemas de Salud Pública del siglo XXI. La OMS, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura (FAO, por su sigla en inglés) concuerdan que los factores principales que promueven el sobrepeso y la obesidad, como así también las enfermedades crónicas no transmisibles, son: el consumo elevado de productos de bajo valor nutricional y alto contenido de azúcares, grasas y sal; la ingesta habitual de bebidas azucaradas (gaseosas y jugos industrializados) y la actividad física insuficiente. Además se suma el consumo menor al recomendado de frutas y verduras.
El plan de acción (2014-2019) de la OPS para la prevención de la obesidad en la niñez y la adolescencia, que fue aprobado por los Estados Miembros, “recomienda la implementación de políticas fiscales que desalienten el consumo de alimentos poco saludables y otros incentivos para una mayor producción y consumo de alimentos saludables y la regulación de la comercialización y mercadotecnia de los alimentos no saludables (regulación de la publicidad); – Un mejor etiquetado de los productos industrializados”, comentaron desde la Federación
¿Qué sucede en nuestro país?
Argentina lidera el consumo mundial de bebidas azucaradas, 137 litros per cápita y estamos dentro de los 5 países con mayor consumo de azúcar agregada del mundo.
En los últimos años las bebidas azucaradas pasaron de ser de consumo ocasional a formar parte de la mesa diaria de los argentinos. Este hábito perjudicial, que hemos incorporado, podría atribuirse a que en la década de los 90 se bajaron los impuestos a las bebidas azucaradas y se produjo un abaratamiento de las mismas a lo que se sumó a una fuerte estrategia de marketing y publicidad que alentó su consumo. Es importante señalar que en la economía familiar el aumento en el consumo de bebidas azucaradas se produjo a expensas de la disminución del consumo de frutas, verduras y agua.
La epidemia de sobrepeso y obesidad en Argentina está en marcado aumento: 3 de cada 10 niños y niñas en edad escolar y 6 de cada 10 adultos presentan peso excesivo.
“Es necesaria y urgente la intervención del Estado para frenar el avance de esta epidemia. La implementación de una medida fiscal que logre desincentivar el consumo de productos no saludables y bebidas azucaradas debe estar diseñada con un objetivo de salud pública y enmarcada dentro de una política integral que abarque todos los aspectos: el incremento de impuestos debe trasladarse a un aumento de los precios, de manera sostenida en el tiempo; consideramos también que por sí sola la medida fiscal de aumento de precios no es suficiente, son necesarias otras medidas fiscales que alienten la producción y consumo de alimentos saludables; la regulación de la publicidad principalmente dirigida a niños; una ley de etiquetado frontal y claro, que informe con veracidad sobre qué estamos consumiendo; la promoción de entornos escolares saludables que proteja a nuestros niños y el acceso a agua segura”, finalizaron desde la FAGRAN.