Podio peligroso: Argentina lidera ranking mundial de consumo de gaseosas y sodio

23/10/2015
Nutricionistas

Así se desprende de las conclusiones  la II Cumbre sobre Alimentos organizada por el ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires.  Además consumimos menos frutas y lácteos de lo recomendado a nivel mundial.

Que el sodio está presente en varios alimentos o que su consumo está por encima de lo recomendado tal vez no sea ninguna novedad. Lo novedoso es una de las principales conclusiones que arrojó la II Cumbre sobre Alimentos organizada por el ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires en la Universidad Católica Argentina (UCA), según la cual los argentinos lideran el consumo de sodio, pero también el de pan y gaseosas en el mundo.

El de las gaseosas es un fenómeno que se repite año tras año y que a los especialistas no los deja de sorprender. Argentina hace tiempo que lidera su consumo mundial por encima de Chile y con un consumo superior a los 120 litros anuales per cápita. Lo sigue México y, recién en el cuarto lugar, aparece Estados Unidos.

El dato se torna preocupante si se tiene en cuenta que hace poco un estudio de la Universidad de Tufts, en Boston, determinó que el consumo de gaseosas azucaradas genera 184 mil muertes por año en el mundo. La investigación, realizada en 187 países, muestra que el 76% de las muertes se dio en lugares de bajos o medianos ingresos como el nuestro, que ostenta como se dijo el mayor consumo de gaseosas per capita a nivel mundial.

El caso del pan es otro ejemplo preocupante: siempre se habló del consumo elevado de sodio que tenemos los argentinos en nuestra dieta de todos los días, pero ahora un estudio de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA) y el Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (Cepea) precisó que los productos panificados (panes y galletitas) representan el 41% del sodio que consumimos los argentinos a diario, y que lo siguen quesos y preparaciones a base de carne vacuna.

“El estudio nos permitió contrastar el consumo de alimentos en Argentina con las percepciones y el conocimiento que la población tiene sobre esos alimentos, en este caso, referidos al contenido de sodio y su impacto en la dieta”, apuntó Felipe Inserra, nefrólogo y ex presidente de la SAHA.

En lo que hace a las conclusiones de la Cumbre organizada por la cartera bonaerense, otro aspecto que se precisó fue el que indica que, en la mesa de los argentinos, la ingesta de frutas y verduras es un 40% inferior de lo recomendable; la de lácteos, un 57% inferior. Además, el consumo de arroz y legumbres está un 33% debajo de lo recomendado.

Este comportamiento atraviesa todas las clases sociales, de acuerdo a los organizadores del encuentro. En los sectores más pobres, la ingesta de harinas (fideos y pan) y de papa es alta. En las clases sociales con mayor poder adquisitivo se comen más verduras, productos reducidos en grasas y cortes de carne magros. Sin embargo, en ese sector se imponen los snacks, los fiambres y las comidas rápidas.

A fines de 2013, cabe recordar, se sancionó en el país la Ley de Regulación del Consumo de Sodio (26.905) por la que en un plazo de 24 meses debían adecuarse los alimentos a los niveles máximos permitidos en cada caso. Desde su entrada en vigencia el año pasado, muchos productos que fueron analizados cumplía con esta norma.

Sin embargo, hay otros, como los chacinados, los snacks, las galletitas crackers, las hamburguesas, los aderezos, los quesos y las pizzas, que superan los niveles permitidos. La Organización Mundial de la Salud (OMS), hay que decir, recomienda que la ingesta no supere los cinco gramos por día. Pero según la Fundación Cardiológica Argentina, acá consumimos entre 12 y 13 gramos diarios.

“El país ostenta el consumo de pan, gaseosas y sodio más alto del mundo”, según coincidieron Guzmán y Viviana Baranchuck, médicas especializadas en diabetes y obesidad que participaron de la Cumbre. Según la exposición de las expertas, actualmente existe una crisis de la comida casera que se hace evidente en los hábitos alimenticios cotidianos que muestran los argentinos.

“Sólo en la ciudad de Buenos Aires hay 600 pizzerías, 120 locales de cadenas de comida rápida y 700 agencias de mensajería para delivery”, dijo Baranchuck, directora médica de la Fundación DAAT.

Factores como la pérdida de la mesa familiar, la costumbre de los chicos de comer mientras juegan con la consola o la computadora, la invitación constante al consumo, el uso de los locales de comida rápida como lugar de reunión de adolescentes, las dietas que se ponen de moda y la información alimentaria confusa combinada con etiquetas nutricionales difíciles de leer hasta con anteojos de aumento, conspiran con la adquisición de mejores hábitos.

“Detectamos, por ejemplo, que el 66,5% de los adultos no puede ver el rotulado de los alimentos”, aportó Baranchuck, y agregó: “tampoco existe la costumbre de hacerlo y nadie educa a los pacientes en cómo leer una etiqueta. Sería bueno que los médicos nos tomemos ese tiempo para explicarlo cuando atendemos. Sobre todo si se trata de pacientes con enfermedades de riesgo”.